jueves, 24 de enero de 2013

EL PODER DIDÁCTICO DEL OBJETO O LA RELACIÓN ENTRE UNA PLANCHA, LA ILUSTRACIÓN Y LA REVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA


Todos los objetos son igualmente importantes ante los ojos de la didáctica

Aquello que confiere una cierta homogeneidad a los distintos objetos del pasado, sea cual sea su naturaleza, su estado de conservación, su singularidad, el valor del material del que están hechos o su valor simbólico, es el hecho que constituyen fuentes primarias del pasado, es decir, son testigos directos y protagonistas del acontecer histórico, de las modas y modos de otras épocas. Ello significa que son elementos de alto potencial didáctico susceptibles de ser empleados como instrumentos que desvelan y comunican conocimiento tanto a los más pequeños, como a jóvenes y adultos. El uso didáctico de los objetos se puede ejercitar tanto con piezas de museo como con otros objetos o productos que pueden hallarse incluso en las estanterías de nuestras casa o en algún lugar de nuestros desvanes, ya que, en realidad, lo que trata de hacer la didáctica del objeto es relacionar dichas piezas o objetos con conceptos, con la finalidad de establecer vínculos que hagan comprensibles y fijen dichos conceptos en la memoria.[i]

Del objeto al concepto: un ejemplo “higiénico”

Los ejemplos pueden ser múltiples y variados, pero es evidente que la indumentaria de un determinado personaje, por ejemplo, permite relacionar los objetos expuestos en la vitrina con conceptos fundamentales de la época. De esta forma, al fijar los conceptos, los objetos se transforman en elementos de referencia. Imaginemos, ahora, una plancha eléctrica antigua o bien una de carbón de finales del siglo XIX; son dos objetos que bien podrían hallarse en un museo. Ambas nos remiten al mundo de la higiene, del lavado y planchado de la ropa. Si observamos cualquiera de estos dos artefactos, en el caso de las planchas de carbón, no existían en Europa antes de principios del siglo XVIII. En realidad parece que el invento es chino y se utilizaba desde el siglo IV, pero en Europa no hubo necesidad de él hasta muchos siglos después. Si el objeto que examinamos es una vieja plancha eléctrica, hay que decir que su patente es de 1882, cuando se presentó en Nueva York el primer prototipo. Sin embargo, realmente no se empezó a utilizar hasta que se le introdujo un termostato y, sobre todo, hasta que hubo luz eléctrica en las casas, y esto no empezó a ser una realidad hasta la década de los años veinte del siglo pasado. Ambos artefactos bien pudieran estar expuestos en cualquier museo de la técnica o en un museo local. 

En todo caso, es fácil hallar una vieja plancha. ¿Con qué podemos relacionar este objeto? Creemos que con la higiene, entre otras cosas. La ropa, antes de plancharla se suele lavar. Pero, ¿cuándo ocurrió esto y por qué? ¿Cuándo surgió la idea de lavar la ropa? En realidad, la ropa se ha lavado siempre, pero cuando en Europa se transformó en una necesidad no fue hasta comienzos del siglo XVIII. Los lavaderos públicos fueron una idea ilustrada que no se ejecutó en las ciudades y pueblos hasta bien entrado el siglo XIX y, especialmente, el siglo XX. Por otra parte, el jabón, elemento importante, aun cuando no indispensable para limpiar la ropa, era conocido desde antiguo, pero su generalización entre la población no pudo ser anterior al 1790, cuando Nicolas Leblanc, un médico francés, desarrolló un proceso químico para obtener sosa cáustica, que al reaccionar con la grasa producía un excelente y barato jabón.


Por lo tanto, el jabón, el concepto de lavadero público, así como la introducción de la plancha, nos remiten al siglo XVIII, al movimiento ilustrado. Y es que no es hasta finales del siglo XVIII que no se relaciona claramente la higiene corporal con el agua. Por todo ello, las planchas difícilmente podían adoptarse antes de finales de este siglo ilustrado. Y la revolución de la higiene, que fue acompañada de la prohibición de enterrar a los muertos en el interior de las iglesias y de otras medidas de sanidad pública –como la limpieza de calles, etc.- fue lo que realmente contribuyó a eliminar las enfermedades epidémicas y, en consecuencia, al crecimiento espectacular de la población desde entonces.

En este ejemplo hemos relacionado unos objetos, tales como una plancha o un instrumento de lavandería, con la revolución higiénica y con el crecimiento demográfico. Es evidente, y a ningún docente se le escapa, que con estas relaciones se contribuye notablemente a fijar conceptos en la mente.

Nota: este artículo está relacionado con la entrada Museos: ¿mausoleos de objetos o bancos de conocimiento? http://museoseducacionyturismo.blogspot.com.es/2012/12/los-objetos-y-sus-contenedores-los.html 



[i] Véase Santacana, J; Llonch, N. (2012). Manual de didáctica del objeto en el museo. Gijón: Trea.

Ver publicación original:  http://museoseducacionyturismo.blogspot.com.es/2012/12/el-poder-didactico-del-objeto-o-la.html


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