sábado, 30 de octubre de 2010

marie-geneviève alquier me mira


Esto es un signo de interrogación…
[o puede ser lo que tú quieras]



… siempre y cuando lo manejes con respeto. No existen leyes en eso de la exposición lúdica, socarrona, provocativa a sus horas, ni tampoco en la contemplación inquieta y paciente.

Ni la belleza entraña forzosamente hábitos serios ni ropajes ceñidos. Lo más probable es que surja de una mente pensante y algo hiperactiva en brotes abruptamente verdes, desbordantes, desordenadamente interesantes; y las más de las veces sin preaviso.

Esto se suele producir en el papel, o en el propio mantel de la cocina. Y entonces esa mente, en su momento prodigioso, empieza a pulir la pieza por dentro, hurgando la misma esencia que ha palpitado un instante con toda la fugacidad de lo inesperado. Y las horas se deslizan alrededor de ese corazón huidizo sin poder atrapar nada que no sea aire, viento, marea inconsistente. Hierbajos agitándose en el descampado cerebral…

La desesperación es parte del juego. Con ella entran las ansias, una cierta cólera contenida y las ganas de salir del maldito papel con algo de provecho, algo definitivo por así decirlo, o al menos encauzado. Uno ya no puede evadirse de la maldita celda que ha ido construyendo alrededor sin haber fabricado antes la llave.

Pero a veces existe ese instante en que se posa al fin la idea. Sobre tu frente, sin decir nada pero la ves, la sientes, la vas a tocar y ella te abrazará como un viejo conocido. Porque siempre has estado allí, no ella dentro de ti sino tu en ella, completamente sumergido en ese mar sagrado de lo que va ahora a surgir por si solo, desnudo y entero, íntimo impúdico, y se lo darás al mundo para que juegue con la idea: la tuya u otra, eso ya no tiene importancia alguna.

Et voilà !

A partir de ahí la pieza –que ahora se llama ‘de arte’– cabalga en la mente de otros, les toca preocuparse por ella, rodearla y sacarle la explicación de eso que sienten, esa emoción palpitante y esa ligera envidia, o un brusco afán de posesión…

Esto no es un signo de interrogación. Es una emoción impregnada en acero, un concepto trabajado con el corazón y la cabeza, y también algo de vísceras.
Es un interrogante, sí, pero sin necesidad de respuesta inmediata, exponiendo únicamente una desazón existencialista y una búsqueda obstinada, algo como la intranquilidad del que se sabe perseguido por su propio deseo pero no se para nunca a esperarle, demasiada corta la vida para detenerla…

Podría ser también que este grabado impecablemente enmarcado fuera la directa consecuencia de los dibujos de la cocina, esos del mantel; hasta que fuera uno de ellos, ennoblecido por el paso de la vida que le añade cuerpo y sombra a las cosas sencillas y primordiales. Y este dibujo es ahora el germen de lo que iba a ser, del esfuerzo futuro, de la búsqueda inflexible…



Esto no es sólo un signo de interrogación.


[marie-geneviève alquier b.
Madrid, octubre 2010]

2 comentarios:

  1. Que texto mas generoso!
    Es un signo de interrogación o puede ser lo que yo quiera mmmmm eso está muy bien planteado….
    Yo quiero que sea como la lámpara de Aladino, que haga magia si la frotas…por eso la superficie está tan desgastada…alguien ha estado frotando, pidiendo deseos. Cuidado, que a veces se cumplen!!

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